18/12/09

Navidad





   Desde hace algunos años, en mi postal de Navidad hay más huecos y este 2009 ha sido especialmente cruel. Entiendo ahora por qué,  a medida que nos vamos haciendo mayores, las Navidades se vuelven color sepia, como las fotografías del pasado y las luces y la música no hacen más que ahondar las cicatrices que nos dejan las ausencias; no nos permiten recordar con tranquilidad, en silencio, a quienes tanto quisimos y ya no están a nuestro lado.

   La foto que hoy pongo aquí, no es de mi jardín. Mis camelias son blancas y crecen a la orilla del mar donde es raro que nieve. Estas flores entre los copos (¿a que están muy bonitas?) vienen desde Chantada, la tierra de mi padre. Allí vi por primera vez la nieve sobre el paraguas de mi abuela que madrugaba para oir misa. Entró en mi cuarto e hizo volar los copos ante mi sorprendido despertar. Mi maravillado despertar. Por entonces el album de mi vida estaba todavía completo.

   Hoy, la nieve, los paraguas y la niñez se guardan en la luz del pueblo familiar, en los rincones asoportalados de sus calles, correteando por la alameda del río Asma que pronto va a encontrarse con el Miño.

   El sábado, en Chantada, en la Ribera del corazón de Galicia, nos reuniremos a comer un cocidito en familia. Taboadas a feixes, dice mi prima Pamen. Es bueno reunirse, aunque haya huecos. Es bueno recordar. Y añorar a los que, estén donde estén, no están con nosotros. Es bueno echar en falta a los que nos faltan y abrazar muy fuerte a los que nos quedan. Eso es lo más importante: Que nunca se nos queden los brazos sin gente querida  a la que abrazar.

                    Chity TaboadaPardo
 

2 comentarios:

Javier Cánaves dijo...

lo mejor para ti, chity

Chity Taboada dijo...

Gracias Javier. Y también para tí y para todos a los que quieres.

Un abrazo.