27/5/09

Errores en la página

No sé si podré solucionar este error en mi Blog. Si no lo hiciera tendré que agenciarme otro para seguir escribiendo y os lo haré saber. De momento ya llevo perdidos dos posts y estoy bastante fastidiada. Para empezar,no me da los iconos de subir fotos o vídeos. Supongo que se habrá ocultado esa barra.

19/5/09

Por Mario Benedetti

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Táctica y estrategia.
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Mi táctica es
mirarte,
aprenderte como sos,
quererte como sos.
Mi táctica es
hablarte
y escucharte.
Construir con palabras
un puente indestructible.
Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo.
no sé cómo ni sé
con qué pretexto,
pero quedarme en vos.
Mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos.
Mi estrategia es
en cambio,
más profunda y más
simple.
mi estrategia es
que un día cualquiera,
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
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Mario Benedetti
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Un comentario para un libro de poemas

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Es hermoso el paseo con sus mástiles blancos,
sus palmeras manchadas de indolencia y salitre,
esta forma discreta de morir junto al mar.

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(Versos que forman parte del poema que abre el libro El peso de los puentes , de Javier Cánaves y que son parejos en belleza al Paseo Marítimo de Palma de Mallorca al que se refieren).

Lo mismo que una alegría grande o un gran dolor, necesitan de perspectiva para ser contados, también la conmoción que causa la belleza precisa que el tiempo limite sus contornos y modere el entusiasmo inicial si es que debe moderarse. Por eso estos días, este tiempo, leyendo de corrido y releyendo más despacio, y volviendo sobre algunos versos al azar para disfrutarlos en silencio y para constatar ante mi misma , una y otra vez, la cierta belleza que hay en los versos de Javier Cánaves.

En mi vida he leido de todo y desordenadamente. Prosa , poesía, anuncios de neón, malo, bueno y regular, adecuado e inadecuado; he leído cuanto llegó a mis manos y confieso que hubo algunas cosas que inmerecidamente se cayeron de ellas cuantas veces intenté su lectura. Por eso si hablo de pintura, o de música o de literatura o de cine, del arte en general, ya solo digo me gusta-no me gusta ¡Qué sé yo de bondades ó de maldades!

Pero es cierto que apenas iniciando El peso de los puentes, yo ya sabía que la poesía que escondían sus páginas era un puñado de versos armoniosos, con cadencia, con ritmo y con medida, como una partitura de música bien escrita. Y eran también versos con unas gotas de amargura... Y es que la vida está hecha de luces y de sombras. Y de sensaciones y sentimientos que un día fueron guardados en un cajón y otro día salieron para iluminar con su luz y su dolor antiguos la ficción. Que eso es, por encima de todo, la literatura.
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17/5/09

Pequeña y pequeñina


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Sin mucho que decir. Sólo esta vista del Tormes, en el que ya hemos comprobado hasta la saciedad que no hay gaviotas, pero que es un buen fondo para la imagen de estas dos personitas (mi hija Cris, mi nieta Daniela) tan queridas.
A Dani la tengo cerca. El viernes estuvimos en Samil tomando chocolate con churros. Hacía un frío de mil demonios. Se acercó antes de entrar en la cafetería al borde del paseo. ¡Voy a ver el mar!, dijo. Y el mar se esponjó presumido en siete o setecientas olas para ella.
Cris continúa agobiada en Salamanca preparando exámenes que quizá sean los últimos de su carrera de Derecho. Como todos los años a estas alturas solo existe durante algún ratito de teléfono cada día. Pero está bien. Y le queda ya muy poco tiempo de encierro y de distancia.
Tenemos muchas cosas que decirnos y sobre todo, muchos abrazos que darnos. Y también le guardamos alguna sorpresa. Se la merece porque es, ha sido siempre, "una muchacha excelente". Una buena persona. Una hija estupenda. Ella también se asomará al borde de todos los paseos para ver el mar y el mar la premiará con un caleidoscopio de paisajes y colores. Dirá: ¡Hay gaviotas, mamá!! Y yo me reiré: Sí, cariño mío. Hay gaviotas para tí.
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12/5/09

El fulgor de la poesía





No fué fácil que este libro llegase hasta mí, pese a las ayudas e informaciones que tuve de donde acudir para encontrarlo con más presteza, pero aquí está por fin y detrás vienen ya los dos que le anteceden ya que acabo de enterarme de que junto con Al sur de todo mapa y Al fin has conseguido que odie el blues, éste es el último de una trilogía. Desde luego que no voy a esperar a que lleguen los dos que faltan. Ya ataqué los primeros poemas, me salté algunos y me detuve para poner aquí algunos versos que no sé si son de los mejores, no me ha dado tiempo a saberlo todavía, pero sí que son muy bellos:


Es tiempo de guardar lo que perdimos.


Esta lámpara azul que nos alumbra

como lluvia en el puerto que dejamos atrás.

algún día será nuestra patria pequeña,

el sur que perseguíamos cuando el sur era nuestro,

ese nombre secreto que diremos a solas.


Es tiempo de guardar lo que se ha ido.



Para llegar aquí, en mi recorrido por diferentes librerías he ido rellenando huecos en mi biblioteca, porque siempre sucumbo a las tentaciones de una cubierta sugerente, un título apetecible o un autor que me gusta... Y eso que siempre pienso en llevarme conmigo la lista de lecturas de Víctor Balcells y no mirar ningún otro libro que no esté en ella, pero nunca lo hago. Bueno, estoy contenta con mi libro de Javier Cánaves, y también con que, sin que yo lo supiera, me haya acompañado en mi paseo por la playa de Patos.


Javier, llevaré tus versos el próximo día y los leeré cerca del mar en ese arenal que ahora ya conoces, para agradecer tus palabras y tu compañía.


¡Me encantará tu poesía! ¡Estoy segura!


Chity Taboada



10/5/09

Paseo por la playa




Yo no sé si en alguna otra ocasión habré escrito algo con el mismo título. No puedo recordar esas bobadas cuando me levanto y salgo a la terraza y me encuentro de sopetón con una mañana estupenda, las olas estirandose perezosas en lineas de espuma a lo largo de la playa y el sol calentando con suavidad que augura un mediodía tórrido. Así que no quise perder tiempo y poniéndome una camiseta y un pantalón pesquero bajé rauda a darme un paseo por la orilla del mar.


Mientras caminaba pensando en mil cosas sin importancia que son las que uno debe pensar cuando pasea para que nada turbe lo agradable que resulta ese rato, me acordé divertida de las "fanequeras azules" propiedad (intelectual) de uno de los poetas de Salamanca que bien poetizan, y que yo no uso porque no ando trepando por las rocas como cuando era niña y porque me gusta sentir el roce de la arena bajo los piés y no me molestan los cantos rodados ni los restos mínimos de conchas que alfombran a trechos la playa en marea baja.


Cuando empecé este blog hablé de la intemperie en que uno ha de enfrentarse a lo que le traiga la vida. Pués así es también lo de pasear por la playa: a la intemperie, sin fanequeras azules ni ninguna otra protección que impida sentir el mar acariciarnos los tobillos y tragarnos las maldiciones que se ha ganado el cangrejito que nos muerde la planta del pié. Estamos en su terreno y se defiende y hace bien.


Terminó el paseo y fue bonito. El mar es un paisaje tan cambiante que pasa en un instante de la soledad a estar lleno de barcos de vela. El mar no es nada fiel a su imagen, le basta con ser siempre hermoso y eso lo consigue a pesar de las veces que los hombres intentamos emborronar su belleza.


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8/5/09

Un paseo por el recuerdo

Hace unas noches, Serrat le puso música al olvido y cuantos habíamos ido a escuchar canciones que estrenó cuando con él fuimos más jóvenes, nos dispusimos a dar un paseo por la nostalgia desde las notas de la primera melodía. Pero pensándolo mejor, fue un paseo por el recuerdo ya que es difícil sentir nostalgia de un tiempo ominoso en el que la falta de libertad y el crimen se dieron la mano, por mucho que quiera iluminarlo la sonrisa de nuestra juventud perdida. Perdida, no malgastada. La mía estoy segura de no haberla gastado en vano. Y conozco a otros tantos que tampoco lo hicieron. Aunque vete a saber si el pasado fue tal como lo recordamos. Dice Javier Cercas en Anatomía de un instante que juramos haber vivido cosas
que no fueron en absoluto como nuestra memoria nos las trae al presente; el tiempo al transcurrir no desdibuja los recuerdos, pero los redibuja. Y casi siempre los mejora. Algo así nos enseñaba también nuestro profesor de filosofía de 6º de bachillerato: "La memoria utiliza sus mecanismos para olvidar el tiempo del dolor; las cosas que nos sucedieron y que no fueron agradables. Todo se suaviza, aunque no se olvide. Así la adolescencia, esa edad cruel en la que tanto sufrimos, es la etapa de nuestra vida de la que guardamos menos recuerdos". No es cierto que los 14 y los 15 años fueran maravilosos. (¡Bendito D. Rafael Capilla Díaz de López díaz, dónde quiera que estés! ¡Qué magnífico maestro y cuanto aprendí con èl y de él!).

Uno se cree
que las mató el tiempo y la ausencia...

Así empieza la canción de Serrat que habla de "las pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas" pero que ya él y todos sabemos que ni el tiempo fue solo de rosas ni eran las cosas tan pequeñas. Y aunque las conservamos en el recuerdo, la vida al pasar, les ha limado muchas de sus aristas.

La crónica del concierto de aquella noche, al que fui con mi hermano pequeño y querido y con su mujer, también muy querida; ó sea, con Alberto y Marta, nada tiene que ver con lo escrito hoy aquí. Era otra que no sé por qué derivó en estas líneas. No ha pasado mucho tiempo, pero sí muchas cosas en estos días y con ellas la pérdida de lo anteriormente escrito. Tal vez lo recupere en el cuaderno azul que no es azul y que tú hermaniño, me regalaste para guardar palabras y recuerdos. Quizá algún día ese cuaderno vuelva a tí y te encuentres en él la historia de aquella noche en la que con vosotros, aplaudí cada una de las canciones tantas veces tarareadas de Joan Manuel Serrat.


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4/5/09

Cuando todo era un sueño

"Hacia mil novecientos,
cuando no había nacido,
cuando todo era un sueño."


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Porque solo fue un sueño
te lo cuento.
Yo estaba no sé donde
y olía a incienso.
Me acompañaba alguien
y aún así,
sabía que vendrías
a mi encuentro.

Apareciste al fin,
no me miraste,
eso bien lo recuerdo.
¡Para qué, si me sabes de memoria!
¡Para qué, si en las manos
tengo solo diez dedos!
¡... Para qué, si contigo te llevaste
mis últimos secretos!

Digo que apareciste
y que no me miraste.
Porque solo era un sueño.
Y dos liliputienses se sentaron contigo
disfrazados de niños
titiriteros.
Tú y yo íbamos vestidos de tristeza
a la luz de unas velas
que quemaban incienso.

Pedimos unos vasos,
los llenamos de lágrimas
y unas gotas
de zumo de limón
y brindamos con ellos.
Y tú y yo sin mirarnos.
¡Qué vacío estaba el corazón!
¡Ya dije que fue un sueño!

Te fuiste acompañado
de los liliputienses
disfrazados de niños
volatineros,
que daban volteretas
sin humor y sin gracia...
¡Yo no podía creerlo!

Pero supe enseguida
que era mentira todo.
Que todo era soñando.
Que tú nunca te irías.
Por eso te lo cuento...
*
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1/5/09

Fin de un Amor

Este poema de Manuel Altolaguirre, que lleva el nombre de su libro FIN DE UN AMOR, ha sido en otro tiempo muy importante para mí, y siempre me ha gustado, aún después de pasado aquel tiempo. Hoy lo he encontrado por casualidad y os lo dejo para que lo disfruteis. O no, que también es posible.

FIN DE UN AMOR
No sé si es que cumplió ya su destino,
si alcanzó perfección o si acabado
este amor a su límite ha llegado
sin dar un paso más en su camino.
Aún le miro subir, de donde vino,
a la alta cumbre donde ha terminado
su penosa ascensión. Tal ha quedado
estático un amor tan peregrino.
No me resigno a dar la despedida
a tan altivo y firme sentimiento
que tanto impulso y luz diera a mi vida.
No es culminación lo que lamento.
Su culminar no causa la partida,
la causará, tal vez, su acabamiento.

Manuel Altolaguirre