21/12/09

Frío, frío...





      Se ha estropeado la calefacción y volvemos a encontrar el placer de dormir abrigados bajo varias mantas como cuando la vida no era tan fácil, aunque no sé si más fría.

      Pero cuando llega la mañana  hay que salir a la intemperie de la luz y refugiarse en habitaciones pequeñas; esconderse dentro de algún libro para que la nieve, si llega, no nos busque en el País de Las Maravillas.

      La lectura es buen aislante ante los elementos adversos, ya sean meteorológicos o del cotidiano vivir, e incluso es capaz de calentarnos el corazón, tanto es el poder de la imaginación que se espabila al  transitar otras vidas de tinta y de papel.. Las tapas de los libros, si son de buen cartón, abrigan mucho. Los noctámbulos lo saben. Los vagabundos lo saben. Y también lo saben los pobres de la tierra, que están convencidos de que si La Internacional se editase con tapas duras podrían encontrarle la utilidad de abrigarse con ella. No es que el frío les haya vuelto reaccionarios ni a ellos ni a mí. Pero cuando la gente duerme en las aceras, o al desamparo de un portal cerrado. Cuando recuerdas o sufres otras mil penalidades y desvalimientos, la fé en un mundo más justo y mejor, como que se va perdiendo.

     Yo creo en la Humanidad pero me gustaría que se organizase mejor, que hilara más fino cuando elige a quienes van a ocuparse de organizar el mundo en que vivimos. Me gustaría que las ideas de progreso no fueran solo cosa de dilectantes.

     Hace frío hoy en casa. Hace frío en muchas otras casas siempre. Y no solo en Navidad. Y aunque también hay casas calientes y repletas, quienes las habitan sienten frío. Porque el egoísmo es perfecto cuando se trata de mantener helado el corazón. ¡Ojalá nuestros corazones nunca se hielen con esa clase de frío!

              Chity Taboada Pardo.

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