5/7/09



































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Me pedís palabras que consuelen,

palabras que confirmen

vuestras ansias profundas,

y os libren

de angustias permanentes.

Pero yo ya no tengo

palabras de ese género.

Aceptad mi silencio: lo mejor de mí.

Huid del soplo que pronuncia,

en mi boca,

la amarga condición de lo humano.

Y, entretanto,

dejadme contemplar el vuelo de la ropa

tendida en las ventanas.


Chantal Maillard (1951)

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