17/5/09

Pequeña y pequeñina


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Sin mucho que decir. Sólo esta vista del Tormes, en el que ya hemos comprobado hasta la saciedad que no hay gaviotas, pero que es un buen fondo para la imagen de estas dos personitas (mi hija Cris, mi nieta Daniela) tan queridas.
A Dani la tengo cerca. El viernes estuvimos en Samil tomando chocolate con churros. Hacía un frío de mil demonios. Se acercó antes de entrar en la cafetería al borde del paseo. ¡Voy a ver el mar!, dijo. Y el mar se esponjó presumido en siete o setecientas olas para ella.
Cris continúa agobiada en Salamanca preparando exámenes que quizá sean los últimos de su carrera de Derecho. Como todos los años a estas alturas solo existe durante algún ratito de teléfono cada día. Pero está bien. Y le queda ya muy poco tiempo de encierro y de distancia.
Tenemos muchas cosas que decirnos y sobre todo, muchos abrazos que darnos. Y también le guardamos alguna sorpresa. Se la merece porque es, ha sido siempre, "una muchacha excelente". Una buena persona. Una hija estupenda. Ella también se asomará al borde de todos los paseos para ver el mar y el mar la premiará con un caleidoscopio de paisajes y colores. Dirá: ¡Hay gaviotas, mamá!! Y yo me reiré: Sí, cariño mío. Hay gaviotas para tí.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo la idea de que las dos eran novias de alguien. Pero quizá estoy equivocado.