4/3/09

Pensando...

Hace tiempo que sé que mi vida
no será muy larga, ¿qué vida lo es?. Desde esa
consciencia agradezco que al menos haya sido
pródiga en momentos felices y en dolores
soportables.
Nadie tiene una balanza que sirva
para poner felicidad en un platillo, penas en el
otro y constatar cual de los dos platillos pesa
más.
Si la balanza fuera la memoria el
platillo donde se han ido acumulando los
dones dobla en peso al que contiene las
tristezas. Y es que incluso algunas tristezas
fueron dulces. Sólo las ausencias duelen
para siempre. La pérdida de los que amaste
y te amaron es siempre peso de dolor.
Yo sueño algunas veces con el abrazo de mi madre y en esos sueños, que me parecen completamente reales, su amor vuelve a aislarme del miedo y de la soledad. Sus brazos, como tantas veces en el pasado, me rescatan del lado oscuro y recobro la calma y la luz apoyando mi cansancio en su pecho.
He llorado poco a mi madre. Nunca tengo lágrimas para suavizar el dolor más profundo. Lloro en el cine. Escuchando a María Callas cantar la Traviatta. Contemplando la infinita soledad de La Derelitta (no me importa que al fin, no la haya pintado Botticelli). Mis lágrimas son para la emoción. El dolor
en seco. El dolor sin trampas. El dolor sacudiéndome el corazón todos los días porque en todos los días hay momento en que yo necesitaría gritar ¡mamá!.
Mi padre me enseñó a bailar. Me convenció de que era la más guapa y la más lista de tanto repetírlo y repetírmelo. Mi padre, se murió en un año de trescientas sesenta y cinco agonías hasta que alcanzó la definitiva y sus manos, siempre pródigas, tardaron horas en perder el calor. Con mi padre, frivolizando un poco, perdí a mi mejor propagandista.
... Con mi madre, se fueron para siempre los abrazos que no tuve que ganarme. El cariño que no importó si merecí... Mi madre me leyó todos los cuentos, me dibujó todos los sueños... Para no perderla, yo CREO que existe otro mundo paralelo a éste, que únicamente alcanzamos con la muerte, y que allí, cuando me toque, no necesitaré buscarla porque estará esperándome para volver a darme todos los abrazos, para recuperar los sueños y que no se me pierdan nunca.
Marzo, 2009

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