16/2/09

Tarde de lunes



¡Qué sé yo en que lugar de nuestro cerebro se guardan los recuerdos! De pronto llaman desde el corazón en una pirueta casi cibernética, del disco duro a la pantalla y sin utilizar buscador. Por sorpresa. Y en ese asalto, revivimos pedazos de vida ya consumida y volvemos actualidad cosas o paisajes que fueron nuestra realidad alguna vez.

Yo me reveo con la cabeza apoyada en el hombro de mi madre. Casi escondida en el ángulo de su cuello. Y su abrazo y su ternura son tan reales como ayer. Yo creo que el cariño de mi madre era tan grande que trasciende la oscuridad y el misterio para posarse sobre nosotros, leve, como era ella, cuando nos sobreviene esa tristeza difusa que algunas veces es vivir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

qué hermoso!